Primer capítulo - Editorial Sirio

January 15, 2018 | Author: Anonymous | Category: N/A
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"Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos http://www.cedro.org)"

Título original: SECRETS IN THE FIELDS Traducido del inglés por Miguel Iribarren Berrade ©

©

de la edición original 2002 Freddy Silva Publicado según acuerdo con Writers House LLC y Hampton Roads Publishing Company, Inc. de Charlottesville, Virginia, USA. de la presente edición EDITORIAL SIRIO, S.A.

EDITORIAL SIRIO

ED. SIRIO ARGENTINA

C/ Panaderos, 14 29005-Málaga España

Nirvana Libros S.A. de C.V. 3ª Cerrada de Minas, 501 Bodega nº 8 , Col. Arvide Del.: Alvaro Obregón México D.F., 01280

C/ Paracas 59 1275- Capital Federal Buenos Aires (Argentina)

www.editorialsirio.com E-Mail: [email protected] I.S.B.N.: 978-84-7808-562-0 Depósito Legal: B-18.210-2008 Impreso en los talleres gráficos de Romanya/Valls Verdaguer 1, 08786-Capellades (Barcelona) Printed in Spain

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Para aquellos que han perseverado para traernos la verdad y la Luz. Para aquellos que se han esforzado por compartir la verdad y la Luz. Y para aquellos que aún tienen que ver la verdad y la Luz.

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Agradecimientos

Quiero dar las gracias sinceramente a todos aquellos que, a su modo, han contribuido al nacimiento de esta obra. Son, en orden alfabético: Steve Alexander, Marcus Allen, Paul Anderson, Colin y Synthia Andrews, el difunto Richard Andrews, George Bishop, Kerry Blower, Gregg Braden, la clínica Bretforton, Paul Broadhurst, Polly Carson, Barbara Hand Clow, Bruce Copen Laboratories, Chad Deetkin, Pat Delgado, Paul Devereux, Collette Dowell, Virginia Essene, Randall y Elizabeth Farrell, Robert Miller Foulkrod, Gerald y Julia Hawkins, Barbara Hero, Michael Hubbard, Frances Hunter, Shelly Keel, Andrew King, Isabelle Kingston, Frank Laumen, Jim Lyons, John Martineau, John Michell, Hamish Miller, Andreas Muller, Ina Nyko, Sharon Pacione, Marigold Pearce, Nick Pope, Lucy Pringle, Jane Ross, John Sayer, Sue Shepherd-Cross, Graham Slater, Ken Spelman, Russell Stannard, Busty Taylor, Reuben Uriarte, Paul Vigay, Dennis Wheatley, George Wingfield y Richard Wintle. También quiero dar las gracias a: Muchos cientos de desconocidos por sus numerosos correos electrónicos de ánimo. A veces

vuestras palabras han sido lo único que me ha hecho seguir adelante. Benditos seáis. Los bibliotecarios de Portsmouth, New Hampshire; Marlborough, Wiltshire, y la Biblioteca Británica, Londres. A todas esas almas trabajadoras de Hampton Roads Publishing, especialmente a mi editor Richard Leviton, que reconoció mi visión. A la música que me inspiró cuando la vela ardía de noche: W. A. Mozart y Jonn Serrie. A esas almas invisibles que, más allá de los velos, nos susurran las líneas cuando pensamos que somos nosotros los que pensamos todo; Michael, por la espada en Stonehenge, ¡mira en lo que aquello me ha metido! A mis padres, que aún no saben por qué su hijo les ha salido así.

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Señales de vida: una introducción A los átomos se los llama vibraciones en ocultismo. —H. P. Blavatsky

A trescientos metros por encima de los ondulantes campos de Wiltshire, al sur de Inglaterra, el piloto Graham Taylor y su pasajero miran los monumentos prehistóricos que salpican el paisaje que se extiende debajo. Exactamente a las 5:30 de esta sorprendente tarde del mes de julio, el avión monomotor y sus ocupantes se deslizan hacia el este sobre los bloques y piedras azules de Stonehenge, una de las obras de ingeniería más notables del mundo antiguo. Debajo, la combinación de un día soleado, veraniego y domingo ha hecho que se congreguen cientos de turistas. Se arremolinan en torno al monumento, rodeado por una valla de amplio perímetro y varios guardias de seguridad. Algunos de los guardias impiden que los sorprendidos visitantes se desvíen del camino transitado; otros examinan los campos colindantes desde puntos de vista elevados en busca de esos asistentes más decididos que no se molestan en pasar por caja. Es el típico día turístico, y tanto el piloto como el pasajero del avión absorben el espectáculo a vista de pájaro. A los pocos minutos, después de un aterrizaje impecable en un campo cercano, ambos hombres se separan. El pasajero, un médico, se monta

en su coche y se encamina hacia su casa. Casualmente, tiene que volver a pasar por Stonehenge, aunque esta vez por el suelo. Pero hoy es un día en que esto requiere su tiempo: la carretera A303 de Londres a Exeter está completamente abarrotada. Además, muchos conductores han abandonado sus vehículos y se alinean a lo largo de los límites de un campo que bordea la carretera. ¿Un accidente? La gente señala algo dentro del campo, y algunos están tomando fotos. Ahora son las 6:15 de la tarde. En el transcurso de cuarenta y cinco minutos ha ocurrido un fenómeno que está creando un caos en la zona. Ha llegado algo que claramente no estaba allí cuando los dos hombres sobrevolaron ese enclave. Cuando las fotos aéreas del lugar llegan a los periódicos vespertinos, hipnotizan al mundo: impreso en un prístino mar de trigo puede verse un dibujo de 149 círculos con diámetros de entre unos 30 centímetros y 15 metros (véase la figura 0.1 en la página I, en la sección a color). La precisa, simétrica y sinuosa columna vertebral del dibujo mide 300 metros de largo por más de 150 de ancho. Y lo más sorprendente de todo es que el trigo está arremolinado y aplanado, pero los tallos de las

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plantas están doblados en horizontal a unos dos centímetros del suelo, y no están dañados. Los espectadores contemplan un círculo de las cosechas. En este caso, una representación estilizada de un diseño fractal obtenido en ordenador y llamado «Julia Set». Todo esto ha ocurrido a plena luz del día, a tan sólo doscientos metros de una atracción turística bien protegida, y sin embargo no se ha visto a nadie crear esta obra de arte cósmica. Las investigaciones siguientes conducen a la conclusión de que el tiempo empleado en su creación se reduce a unos pocos minutos, puesto que uno de los guardias de Stonehenge corrobora que se ha hecho entre dos rondas consecutivas de quince minutos; un piloto que sobrevoló el lugar un cuarto de hora después de Taylor aporta el mismo testimonio. El guardia del coto de caza local también había inspeccionado la zona por la mañana sin encontrar nada raro. ¿Es posible que un grupo de humanos, avezados tanto en matemáticas avanzadas como en arte medioambiental, dominadores del principio de invisibilidad y desafiando la ley de la gravedad, hayan levitado sobre el trigo intacto para crear esta obra maestra? Si las piedras de Stonehenge hablaran... Y, evidentemente, si los miles de otros antiguos espacios sagrados de todas las islas británicas hablaran, puesto que han sido testigos silenciosos de otros miles de círculos de las cosechas que se manifiestan incesantemente en sus proximidades... ¿Qué extraña conexión existe entre estos símbolos grabados sobre un lienzo de plantas y los círculos de tierra y piedra, muchos de los cuales se erigieron hace ocho mil años bajo la guía de «dioses» neolíticos olvidados? Sea cual sea la conexión, en sus comienzos, la Iglesia católica reconoció la importancia de estos lugares de veneración hasta el punto de emitir órdenes que prohibían su uso, para construir posteriormente sus propios templos sagrados sobre ellos. Estos templos paganos megalíticos no están localizados sobre el paisaje al azar, sino estratégicamente, en los puntos de cruce de una trama electromagnética invisible pero mensurable que rodea la Tierra,

donde estos «puntos de presión» permiten acceder al «almacén de datos» del planeta, e incluso pueden influenciarlo. En estos puntos terrenales, el velo entre los mundos es fino, y la concentración de energías es tal que influye en los ritmos del cuerpo humano, llegando incluso a alterar el estado de conciencia. Consecuentemente, durante muchos milenios, tanto los enfermos como los curanderos han interactuado con estas energías, cuyas propiedades han sido reconocidas recientemente por la ciencia. Sin embargo, hace unos mil seiscientos años, este contacto con el mundo natural empezó a dibujar una larga curva. Tras las evaluaciones de la Inquisición, del racionalismo del siglo XVII y, finalmente, del materialismo, el propósito trascendental de los lugares sagrados se difuminó. Cayeron en desuso, los rodeó la superstición, y, como baterías descargadas, fueron clausurados. Posteriormente, a finales del siglo XX, los misteriosos círculos de las cosechas empezaron a materializarse con creciente frecuencia junto a estos antiguos emblemas, como firmas de los «dioses», volviendo a despertar en el momento previsto una trama dormida de proporciones gigantescas. Se ha mostrado que los círculos de las cosechas poseen propiedades energéticas que no sólo interactúan con los lugares sagrados, sino que, según se informa, curan a la gente que recorre sus espacios y provocan estados de conciencia alterada. Y ¿qué curiosa invitación extienden estos curiosos círculos de cosechas? Desde que los primeros seres humanos caminaron sobre la Tierra, el círculo ha sido el símbolo del lugar de encuentro, el templo de reunión y discurso, y, como ovejas buscando guía en un universo turbulento, cientos de personas de las «tribus» del mundo se han visto atraídas irresistiblemente hacia estos misteriosos diseños. Dentro de estos templos la gente siente que le sobreviene una exuberancia y maravillamiento infantil al deambular por los laberintos más recientes, y cada uno de estos caminos curvos la pone frente a los gráciles e inesperados dibujos que forman la frontera entre lo visto y lo no visto. Dentro de cada uno de estos nuevos espacios sagrados se

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estos dibujos misteriosos con las ciencias sutiles del sonido y el electromagnetismo (que, según se ha descubierto, fueron utilizadas en la construcción de cámaras de piedra, pirámides y catedrales góticas). Estos nuevos ámbitos de conocimiento también explican cómo estas frecuencias afectan a las ondas cerebrales de las personas y a la conducta de los animales; cómo dejan improntas en el agua que bebemos, y posiblemente codifican nuevos sistemas de información en nuestro ADN; y grandes volúmenes de información extraordinaria está codificada en cada glifo, incluyendo información sobre nuevas formas de tecnología. Los diseños de los círculos de piedra rebosan el lenguaje universal de la geometría, un lenguaje reconocido por las células vivas del cuerpo humano que facilita un Figura 0.2 diálogo más claro entre el Arriba: el corazón del misterio. Las plantas de los auténticos círculos de las cosechas están arreCielo y la Tierra, y regenera molinadas como la espiral de una galaxia y dobladas justo por encima del suelo sin ningún daño. Abajo: en comparación, los círculos de las cosechas creados por el hombre generalmente plasman la naturaleza trascendental una confusión. latente en cada ser humano. ¿Podrían estos mandarealizan muchas celebraciones, oraciones, contem- las del siglo XXI estar realizando un cambio sutil en plación y estudio. Cuando los peregrinos se van, la conciencia de la humanidad? desembarcan en un mundo que, de repente, les reHabitualmente, los círculos de las cosechas sulta extrañamente diferente, porque cada uno de comienzan a aparecer a principios de abril y contilos visitantes se siente portador de una pequeña núan hasta la época de la cosecha, en septiembre. semilla que resulta al mismo tiempo vigorizante, La complejidad de los diseños aumenta a lo largo de curativa e iluminadora. la estación, complicándose más cada año, y, con el Y también transformadora. transcurso de las décadas el «círculo de la cosecha» Cada «semilla» abre una puerta a interminables original ha llegado a convertirse en una serie de ámbitos de conocimiento que explican la conexión de complejas formas geométricas. Las plantas que

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quedan aplanadas no sufren daño y pueden ser cosechadas. Teniendo en cuenta la enigmática naturaleza de este fenómeno, por no hablar de las sorprendentes pruebas de campo, uno pensaría que el tema de los círculos de las cosechas estaría en portada de los medios de comunicación, e incluso suscitaría el interés de los científicos. Sin embargo, hasta el día de hoy, se ha extendido el mito de que todo este fenómeno no es más que una jugarreta humana. Pero a esta teoría de la falsificación le esperan malas noticias, la menor de las cuales es la pretensión de los falsificadores de haber iniciado sus actividades en 1978 en el condado de Hampshire, Inglaterra. Los datos publicados recientemente confirman que los círculos de las cosechas se han venido manifestando desde el siglo XVII, y en la última parte del siglo XX se ha informado de la existencia de 10 000 de ellos en 26 países, aunque el 90% ha aparecido en el sur de Inglaterra. Aparentemente, la teoría de la falsificación no se toma en serio en el seno del gobierno británico, dato confirmado por Nick Pope (antiguo encargado del seguimiento de fenómenos ovni en el Ministerio británico de Defensa), entre cuyas tareas se incluye la investigación de los informes ovni así como otros fenómenos anómalos y paranormales. Pope, que tiene acceso a un sustancial volumen de información, concluye que, a pesar de la existencia de ciertos fraudes, existe una serie de círculos de las cosechas auténticos, formados de un modo que los científicos todavía no entienden. ¿Explicaría esto la sorpresa del oficial del ejército destinado en los campos de entrenamiento de la llanura de Salisbury cuando, mientras cruzaba un campo de minas activo, se encontró con un círculo de las cosechas? No es el típico lugar que los falsificadores escogerían. Ciertamente da la sensación de que el ejército británico ha intentado estar al tanto de las novedades sobre el tema. Unos treinta kilómetros al norte de Stonehenge, en los ondulantes campos de Alton

Barnes, Wiltshire, se encontró otra formación,1 que esta vez guardaba parecido con la doble hélice espiral del ADN. Con la espalda vuelta hacia la colina que rodea el campo, un pequeño grupo de avistadores situados a lo largo de la carretera miraban mientras un helicóptero militar se cernía sobre el dibujo. Sin previo aviso, un segundo helicóptero (que portaba la insignia de un águila) se elevó sobre la pendiente y voló hacia ellos, manteniéndose suspendido durante un minuto sobre el grupo, con sus hélices rotando amenazadoramente a la altura de sus cabezas. A medida que las hojas de las hélices se acercaban, Kerry Blower soltó su cámara de vídeo y se retiró para evitar una decapitación potencial. El ruido era ensordecedor. Como la cámara, dejada encima del coche de Kerry, había grabado el acoso, el resto del grupo, ahora comprensiblemente conmocionado, la recuperó apresuradamente, buscó la seguridad de los automóviles y se alejó con el helicóptero persiguiéndolo. Cuando Kerry regresó a la seguridad de su hogar, sonó el teléfono. Un alto oficial del ejército había conseguido localizarla y le pidió que le facilitara la grabación, a pesar de que todo el incidente había ocurrido en un lugar público. ¿Por qué tienen las autoridades miedo de los círculos de las cosechas? ¿Qué están protegiendo? Es posible que, como en mi caso, sientan curiosidad por el fenómeno. A todo un mundo de distancia de Wiltshire, en las interminables llanuras de las praderas de Saskatchewan, un granjero canadiense que comprobaba el progreso de sus campos de trigo se tropezó con una curiosidad: una impronta elíptica en su cosecha madura. Aunque en un principio creyó que era un daño causado por el viento, se dio cuenta de que los tallos estaban curiosamente dispuestos de manera concéntrica. Desde el perímetro, una avenida de espinas oscuras seguían el camino espiral de las plantas aplanadas hacia el centro del diseño. En su extremo había un

1. Los círculos de las cosechas se describen de diversas maneras en este libro. Por claridad, me refiero a los «círculos de las cosechas» como término general, o para describir casos compuestos por círculos simples o conjuntos de ellos, y hago mención a «formaciones de las cosechas» o «patrones» cuando describo formas que incorporan varios elementos, y a «glifos de las cosechas» cuando se crean diseños complejos.

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INTRODUCCIÓN puercoespín perfectamente aplanado y momificado, aparentemente absorbido o arrastrado a la melé. Lo que causó el círculo de la cosecha atrajo a este desafortunado espectador como un imán a un alfiler. Esto es cada vez más curioso. Precisamente este pensamiento ocupaba mi mente un luminoso día de verano cuando me hallaba dentro de un complejo círculo de siete lados cuyo diseño recordaba el pañuelo bordado de una abuela. Tenía en la mano una fotografía tomada dos tardes antes, que mostraba dos rayos de luz brillando perpendicularmente sobre el lugar exacto donde ahora estaba. Justo en el momento en que me estaba preguntando si mi cámara había captado inadvertidamente la formación de un círculo de las cosechas, una serie de notas musicales se repitieron a mi alrededor. «Graba esto. Lo necesitarás más adelante», dijo mi colega, pasándome la pequeña grabadora. Por más que miré, la fuente física de la música se mantuvo oculta. Aquellos sonidos y aquellos dos rayos de luz representaban el derrumbamiento de la barrera que para mí había existido entre la ciencia y el misticismo, y me han llevado a realizar el viaje que ha dado como resultado este libro, una obra que contiene respuestas a las preguntas que ellos plantearon, respuestas que podrían exigirnos cuestionar nuestra percepción de lo que habitualmente llamamos la «realidad». Dejadme que lo diga así: si te redujeran mágicamente al tamaño de un grano de sal, podrías jugar con un átomo como si fuera un balón de fútbol y darle patadas toda la tarde. Pero lo cierto es que no podrías, puesto que los átomos —y en realidad todas las cosas del mundo que nos parecen físicas— no son sólidos. La ciencia ha establecido ahora, para su propia satisfacción, un hecho reconocido por la física y por nuestros antepasados: los átomos de las plantas, de los cristales y del cuerpo humano son pequeños resonadores armónicos en constante estado de vibración. De hecho, están gobernados por los mismos principios que la música: «Cada partícula del universo físico deriva sus características del tono, la pauta y los sobretonos de sus

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frecuencias particulares, de su canto», dice el autor George Leonard (1978). Los átomos, según parece, son notas musicales microscópicas. Tal como esta barrera entre la ciencia y el misticismo se está derrumbando en nuestros laboratorios, cuando los informes sobre el fenómeno de los círculos de las cosechas impresos en nuestros paisajes empiecen a transformar los cimientos de lo que nos habían enseñado, nuestra visión del universo temblará. Quizá, como en mi caso, te cambie la vida. Como ciudadano británico de padres portugueses, casado con una canadiense y trabajando en Chicago, la vida para mí ya era cualquier cosa menos simple. Sin embargo, era una persona equilibrada, a pesar de trabajar en el complicado, bien remunerado y «cafeinado» mundo de la publicidad. Mi primer encuentro con un círculo de las cosechas se produjo en el verano de 1990, cortesía de un telediario nocturno de Chicago que describía un sensacional suceso ocurrido a miles de kilómetros, en Inglaterra, en el Campo Este de Alton Barnes. La imagen televisiva me embelesó, y me olvidé completamente de la voz del presentador y de todo lo que me rodeaba. De hecho, no puedo recordar la hora, el día, el lugar, el canal de televisión, quién estaba en la habitación, qué llevaba puesto o si una manada de bisontes estaba atravesando la casa. Esa imagen quedó grabada en mi memoria para siempre. ¿Por qué esta imagen de un círculo de las cosechas tuvo tal efecto, haciéndome traspasar mi sentido habitual del tiempo y del espacio? En mi puesto de director artístico, esta tendencia a olvidar no era habitual en mí. Mi cerebro analítico, permanentemente activo en modalidad «esponja», absorbía grandes cantidades de información cada día, incluso detalles triviales como el tipo de letra con el que está escrito el menú del restaurante, para disgusto de mis compañeros de mesa. En mis días de estudiante de arte me había familiarizado con el arte medioambiental, en el que artistas armados con cosechadoras recorrían selectivamente acres de praderas norteamericanas creando formas geométricas que se apreciaban mejor desde el aire.

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El «arte» representado en este campo de trigo inglés podría muy bien haber sido obra suya; sin embargo, nada de esto pasó por mi mente mientras veía el pictograma de Alton Barnes por televisión. Ni tampoco pensé en la otra opción extrema: ovnis y hombrecillos verdes. No, lo que estaba viendo era un símbolo sugerente, y me sentí trasfigurado por él mientras se paseaba por mi intuitivo cerebro derecho, dejando de lado el racional hemisferio izquierdo, como si un pase magnético de la mano de un maestro hipnotizador me hubiera inducido un trance. El símbolo tenía mucho sentido para mí. Me era familiar, como un mensaje que me hubiera enviado a mí mismo hace mucho tiempo. Tal como durante la hipnosis la persona puede regresar a una etapa anterior, sentí que aquel círculo inducía en mí un recuerdo, un despertar de memorias subconscientes, y aquel día empecé a rememorar. Fácilmente podría haber corrido al hospital psiquiátrico más cercano, pero el efecto que el pictograma tuvo en mí parecía muy natural. Posteriormente escuché que otros habían tenido la misma experiencia, aunque con otros círculos diferentes. Estaba enganchado, y mi curiosidad me impulsaba a seguir investigando. Busqué libros, exploré imágenes, adquirí conocimiento. Por último, empecé a pasar la mayoría de los veranos en el sur de Inglaterra, dispuesto a visitar cada círculo de las cosechas. Estaba consumido, y, a su vez, la búsqueda consumió un matrimonio de catorce años de duración con mi mejor amiga, por lo que acabé perdiendo ambos. Desaparecidas mi hermosa casa, mi hermosa vida y mis abundantes recursos económicos, volví a Inglaterra para completar mis «estudios». Ahora te oigo decir: «Este hombre está loco; tiró por la borda su perfecta vida por unos pocos acres de trigo pisoteado.» Sin embargo, los incidentes que acabo de describir indican el sabor de algunas de las cosas que he aprendido. A partir del capítulo 1 te mostraré el fenómeno, incluyendo los fraudes y las informaciones erróneas, e indicando también los aspectos científicos que forman el núcleo del misterio de los círculos de las cosechas. La ciencia involucrada es tan sutil, tan sabia y tan

imponente que te hará sentirte humilde y despertar a una realidad mayor. Al articular este trabajo me he basado en mis experiencias personales y en las de cientos de individuos que, como yo, han dedicado su tiempo a investigar la naturaleza de este enigma, a menudo pagando un alto precio personal, económico y marital. No obstante, las palabras que aparecen en este libro no son la «verdad»; si fueran la verdad no te serían útiles, porque las verdades personales pueden usarse para crear ídolos, creencias ortodoxas, instituciones, poder y, en último término, control. Más bien lo que muestro aquí son hechos. Es posible que estos hechos no sean bien recibidos porque pueden inquietar. Pero, si estás abierto a ellos te animarán a buscar y descubrir la sabiduría universal que, en último término y paradójicamente, ya reside dentro de ti. En la década de los noventa entré en este proyecto con una mente abierta, objetiva y atea, para emerger once años después mucho más humilde, con una nueva fe, y un gran respeto por la vida y su Creador. Posiblemente el dato más importante es que a lo largo de todo este tiempo he tratado de mantener los pies en el suelo. Créeme, en medio de los egos y la desinformación, es indispensable mostrar una actitud centrada, y el sentido de humor no viene mal. A medida que nos adentremos en el núcleo del misterio de los círculos, quedará claro que tienen mucho conocimiento que ofrecer, y que aparecen en este momento crítico de nuestra historia para recordarnos una conexión evolutiva que nos interesa mucho reactivar, y cuanto antes mejor. En este libro comprobaremos que la aparición de los círculos de las cosechas coincide con antiguas predicciones halladas en textos egipcios y en el Apocalipsis bíblico. Veremos que los círculos de las cosechas contienen un manual que brinda a todos los ciudadanos de esta preciosa joya de planeta una oportunidad única de redescubrir su potencial durante estos críticos días de cambios. Nos ofrecen espejos en los que vemos reflejada la dirección que estamos siguiendo actualmente, y nos permiten reflexionar sobre ella y sobre las claves de nuestra

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INTRODUCCIÓN evolución: un recordatorio del lugar de donde venimos y una señal indicadora de hacia dónde vamos. En la primera parte examinaremos la historia de este fenómeno, construyendo una imagen de su modus operandi, de su interacción con la gente, de sus efectos en nuestra actual visión del mundo y de sus probables implicaciones. En la segunda parte estudiaremos las pruebas detalladamente, pasando del cerebro izquierdo de la ciencia al cerebro derecho de la metafísica. Éstos son algunos de los temas analizados: el papel del electromagnetismo y su efecto sobre las plantas, las personas y nuestro concepto de la materia; las «bolas de luz» o fenómenos ovni, su relación con la naturaleza del universo y la conexión de todo esto con los círculos de las cosechas; el lenguaje de los símbolos, y su capacidad de impartir información consciente y subconscientemente; el hilo que conecta la geometría sagrada, los templos, la conciencia y los círculos de las cosechas; el papel que desempeña el sonido en la creación del universo y en el proceso de construcción de los círculos de las cosechas; la ubicación estratégica de los enclaves

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sagrados, sus propiedades energéticas y sus efectos sobre los seres vivos; la energía terrenal y la influencia que ejercen los círculos de las cosechas en la «trama» de la Tierra; la memoria del agua y su relación con la curación y con los círculos de las cosechas, y por último las pruebas que apoyan la existencia de las capacidades psíquicas y la relación entre los distintos niveles de realidad del universo. A medida que leas los capítulos, tal vez notes que mi cadena de pensamientos pasa de la lógica lineal al pensamiento «circular». Lo que al principio puede parecer una colección de datos se integrará finalmente en una totalidad coherente, y emergerá de manera gradual una imagen global. Algunos de estos datos son detonadores que nos permiten reexaminar nuestras ideas preconcebidas. Las notas a pie de página y la amplia bibliografía también apoyan estos objetivos. Te animo a explorar los puntos que presento y a llevarlos a un nuevo nivel de entendimiento personal.

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